Éxito de afluencia de turistas llegados a Barcelona con predisposición por escandalizarse
¡Manda güevos!
Hay quien dice que el turismo de éxito consiste en satisfacer las ideas preconcebidas del visitante, aun cuando éstas no coinciden con la realidad del paraje en cuestión. ¿Quién no ha oído hablar de algún pariente o conocido que, hallándose de visita por Cataluña, entró en un establecimiento y por el hecho de dirigirse al dependiente en castellano fue deliberadamente ignorado?
«Mucha gente de fuera de Cataluña tiene muy interiorizado que este tipo de sucesos son habituales en tierras catalanas», afirma la emprendedora barcelonesa Laia Calerons, «incluso hay quienes deforman esta leyenda negra a conveniencia, narrándola en primera persona o exagerando el desenlace: el dependiente de la tienda les explicita con malos modos que en ese establecimiento sólo se atiende en catalán, o les escupe, o les toma prisioneros en la trastienda para luego darles por culo como en aquella escena de Pulp Fiction. Sí, la de Bruce Willis y la katana.»
Teniendo en cuenta estos precedentes y con gran visión empresarial, Laia Calerons se decidió a poner en funcionamiento en Barcelona el negocio que tantos turistas españoles tienen en sus mentes: la tienda donde no te atienden si hablas en castellano. El establecimiento, situado en Paseo de Gracia con Aragón –donde antes estaba el Brusberrin’s ese– abrió sus puertas el pasado 15 de octubre y a día de hoy ya puede decirse que se trata de un éxito millonario. La Srta. Calerons nos detalla su modelo de negocio: «Cobramos la entrada a 10 céntimos de euro, tras dicho pago el turista puede entrar en la tienda, dirigirse en castellano al dependiente y ser por ello completamente ignorado. En el fondo las colas torrenciales que se forman en la puerta de nuestro establecimiento no tienen especial misterio. Sencillamente damos a los turistas lo que han venido a buscar.»
Laia Calerons planea expandir su empresa, cuya salida a bolsa se prevé para finales del próximo verano. «Nuestro siguiente paso consistirá en abrir una cadena de kebabs regentados por pakistaníes en cuya trastienda se escondan arsenales de armas con fines terroristas. Atrezzo puro y duro pero que parezcan mochilas con bombas de verdad si lo miras sólo de reojo», a lo que añade: «Si no puedes acabar con los prejuicios de la gente, al menos saca tajada de ellos.»
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